La enseñanza no es un trabajo; es una profesión. Las personas no enseñan para ganarse la vida; son maestros. Olvídese del horario de siete de la mañana a cinco de la tarde; no existe. Los momentos más importantes en la enseñanza pueden presentarse fuera de las horas de clase. Una pregunta después de clases, una conversación cordial temprano en la mañana, una llamada telefónica a su casa... estas son oportunidades de hacer lo que usted hace mejor: enseñar.
Pero eso no puede suceder si usted no está disponible. El aprendizaje sucede mejor cuando se relaciona a la vida. Por eso aquellos momentos de la vida son tan importantes. Todo un semestre de enseñanza en sociología puede ser olvidado; pero esa excursión a un vecindario de diversidad étnica probablemente permanecerá en la mente de los alumnos por siempre.
Usted no tiene que ser un "compinche" pero puede ser amigo. Su habla y sus gestos pueden expresar su disponibilidad a ofrecer amistad. Por cierto tiene que tener una norma de accesibilidad que sea justa y razonable; pero esos dos o tres minutos después de la clase pueden representar más influencia personal que dos o tres años de tiempo de clase estructurada.

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